“¡Tu propuesta es un disparate! ¡Este trabajo es de muy baja calidad!”… ¿Has recibido este tipo de comentarios por parte de tus superiores o compañeros?
Vivimos en una cultura extremadamente sensible a las críticas, donde la mayoría de nosotros no estamos preparados para recibirlas, aprender a gestionarlas efectivamente es la mejor forma de evitar que te afecten la vida.
Inicialmente debemos considerar que no todas las críticas son malas, para entenderlo necesitas tener objetividad y serenidad, pero sobre todo, inteligencia emocional para afrontar de manera positiva comentarios relacionados con las tareas que realizas.
Todos buscamos proyectar una buena imagen para recibir la aceptación de los demás y sentirnos seguros, por lo tanto, cuando las críticas son negativas suelen producir incomodidad, molestia y hasta afectar la autoestima de quienes las reciben, pues cuestionan, retan, alejan de la zona de confort y nos hacen sentirnos rechazados, afectando si lo permitimos, más allá del ámbito laboral, recayendo a la parte personal y psicológica… No dejes que te perturben, aprende a sacarles provecho:
Aplica el principio básico: tu bienestar depende sólo de ti, no de las circunstancias ni de aquellas personas que te rodean, independientemente de lo que ocurra en el exterior, de lo que otros digan, no dejes que afecten tu comportamiento, emociones o forma de pensar.
Realízate autoevaluaciones que contemplen tanto tu parte personal como profesional, conocer tus fortalezas y debilidades te ayudará a asumir mejor las críticas sobre estas últimas y a verlas de forma objetiva para trabajar por mejorar. Cuando las críticas sean asertivas, reconoce tu error, agradece a quien te lo hizo ver y haz algo para cambiar.
Aprende a escuchar: no estés a la defensiva y escucha los comentarios de otros, muchas veces no nos damos cuenta de estar fallando hasta que alguien no lo hace notar, después de todo puedes sacar algo bueno de las conversaciones con otras personas. Reflexiona y analiza si lo que dicen es verídico, no es malo aceptar que tengan razón, si no es así, expón con argumentos y respeto tus razones para desvirtuar el comentario.
Cuidado con lo que dices: muchas veces no queremos recibir críticas pero si lo hacemos con los demás, recuerda que de lo que se da, se recibe, que tus acotaciones no sean para herir sino para construir y crecer, es un reto que debes aprender: una crítica bien intencionada es la antesala a la mejora y el crecimiento, una destructiva genera impotencia, ira, resentimiento, actitudes defensivas, bloqueos y evasión de responsabilidades. Las críticas hirientes son el primer paso para destruir la confianza y el vínculo entre las personas; para evitarlas:
Enfócate en las acciones, no en la persona. No generalices, el que algo haya salido mal en una o varias ocasiones, no quiere decir que sea un rasgo permanente. Busca que tu crítica sea concreta, específica y directa, acompáñala siempre de posibles soluciones y opciones de mejora. Antes de criticar, analiza si lo dicho abrirá o cerrará posibilidades de acción y qué impactos puede generar en el otro. ¿Recuerdas la última vez que recibiste o diste una crítica? ¿Cómo fue la experiencia?.
Emitimos juicios de valor de manera constante y casi automática, aun así nadie nos enseña a criticar, pareciera que es una “habilidad” que desarrollamos de manera inconsciente, lo importante es que le saques el mejor provecho y aprendas a la vez a emitir criticas sanas, este es un aspecto clave para mantener buenas relaciones interpersonales y avanzar hacia un objetivo común dentro de un equipo. Fuente: Safety Work