Miles de personas en todos los países del mundo mueren o se incapacitan todos los años como consecuencia de las caídas.
Todos nosotros, bien sea bajitos, de estatura mediana o altos, pasamos nuestra vida caminando sobre dos soportes relativamente pequeños: nuestros pies.
Generalmente no pensamos mucho en esto, pero se necesita bastante habilidad para usar las dos piernas y mantenernos firmes en el piso, pues no es mucho lo que se necesita para perder el equilibrio y aterrizar sobre alguna parte de nuestro cuerpo.
Casi todos hemos experimentado por sí mismos o hemos presenciado en nuestro entorno de trabajo un accidente provocado por una caída. Las estadísticas revelan que estos eventos ocupan un lugar importante dentro de la accidentalidad laboral, y aunque la mayor parte de ellos son clasificados como leves y no pasan de un susto o una sonora risa, pueden generar también daños graves e incluso, mortales.
Miles de personas en todos los países del mundo mueren o se incapacitan todos los años como consecuencia de las caídas. En donde la gran mayoría de casos son producto de resbalones y tropiezos, derivados de pisos mojados, falta de orden y limpieza, iluminación inadecuada, mal estado de los pisos, objetos en el suelo, falta de señalización o cables en las zonas de tránsito.
Estos accidentes pueden ser evitados fácilmente, quitando los peligros de las superficies, limpiando los residuos, levantando cualquier cosa que se haya caído, reparando los pisos deteriorados, poniendo lámparas, teniendo cuidado donde pisamos, usando el calzado adecuado y no llevando cargas que nos obstaculicen la visión.
Un simple resbalón o tropiezo puede tener más implicaciones negativas de las que podría pensarse, no sólo para quien lo sufre y su familia, sino también para la empresa. Porque como dice un conocido dicho popular, “es mejor prevenir que lamentar”, no espere a que los accidentes ocurran, elimine los riesgos a tiempo.
Fuente: Fuente: Extraído y adaptado del “Supervisor”, publicación del Consejo Interamericano de Seguridad.